Francisco Díaz Montilla Ocho meses de asedio del Sars-CoV-2 parecen ser mucho tiempo. Y, tal vez, lo sean. “Mucho” no solo es multívoco, sino que -al menos entendido como adjetivo (indefinido)- es vago. Independientemente de esta indeterminación semántica, si agregamos que durante gran parte de ese tiempo la hemos pasado confinados y nos hemos visto en la obligación de replantearnos cómo interactuamos socialmente, entonces ocho meses -más que mucho tiempo- pareciera ser infinito, por ello la situación es insoportable. Y nosotros -pensamos- no merecemos nada de esto. Pero la vida -en sentido biológico- no se rige por merecimientos ni expectativas. Las cosas ocurren o no, somos saludables o no, vivimos muchos años o un puñado, y así... A quienes nos ha tocado estar en estos tiempos podrá parecernos insólito lo que ahora vivimos. Sin embargo, es bueno tener presente lo que en un contexto filosófico se denomina el principio de mediocridad, según el cual no habría nada intrínsec...
Las ideas pueden entenderse como un objeto topológico; pueden moldearse, manipularse, ofrecer más de una perspectiva. Este es un espacio donde se ofrece una versión -entre infinitas posibles- de temas de interés; de interés para su autor.